El amor propio es una cosa muy compleja todxs hablan de lo importante que es, pero nadie cuenta lo doloroso que es aprender a quererse y aceptarse, de lo difícil que es recoger los pedazos que los demás dejan de ti, de lo fuerte que es aprender a estar solo y aceptar que no cualquiera es buena compañía; detrás del amor propio hay una historia de dolor y deconstrucción bastante fuerte, por eso cuando lo alcanzamos hay que cuidarlo y protegerlo a toda costa.
Si bien poner límites es demasiado complejo, es completamente necesario, esto para saber hasta dónde podemos llegar y hasta debemos dejar llegar a los demás; si bien desde pequeños nos han enseñado que nunca debemos anteponer las necesidades de los otros por encima de las nuestras, esto es algo que no aplicamos comúnmente, lo anterior pasa debido al miedo natural que existe hacía el rechazo o el abandono social, pero no te preocupes, esto es más normal de lo que podemos imaginar, pues es considerado un temor universal, debido a que como seres humanos necesitamos sentirnos aceptados y queridos.
En las muchas o pocas oportunidades en que hemos querido establecer límites, lo que más nos impide hacerlo es el miedo de que las demás personas nos perciban como seres egoístas, es por eso que accedemos a todo lo que nos piden, pero… ¿eso tiene consecuencias? La respuesta es un ¡Sí! Absoluto.
Las consecuencias de no poner límites son más graves de lo que nos imaginamos, pues trae consigo una gran disminución de la autoestima, insatisfacción generalizada, da la percepción de que los demás nunca nos dan tanto como nosotros les damos a ellos, también genera dificultades en la construcción de la identidad propia e inseguridad en las relaciones, entre otras.
Así mismo las personas que nos rodean tienen que asumir las consecuencias de nuestra falta de límites, lo cual causa grandes conflictos, que pueden generarle a los demás confusión, impotencia por los mensajes contradictorios que damos, inseguridad y la más común es que los acostumbramos a coger el brazo, cuando les damos la mano.
Por eso es sumamente natural y saludable decir NO.
Cuando ponemos límites aprendemos y enseñamos a respetar la individualidad, a percibir la ayuda como tal y no como una obligación, mostramos el valor del autocuidado, y descubrimos que nuestro bienestar no es dependiente de los demás.
De igual forma, cuando ponemos en practica el amor propio comprendemos de manera mucho más amplia lo que somos, lo que queremos y hacia donde nos dirigimos, permitiéndonos trazar limites cuando intentamos agradarle a los demás, cuando intentamos ser perfectos o cuando sentimos frustración; poner límites nos permitirá tener relaciones más fuertes y sinceras, lo cual nos dará la tranquilidad social que tanto buscamos. Al practicar el amor propio comprendemos ampliamente cómo somos, qué queremos y hacia dónde vamos. Esto nos ayudará a trazar límites cuando intentamos ser perfectos, cuando nos frustramos o cuando las cosas se vuelven incontrolables.
Como vemos, poner límites es cuidar de la fortuna que somos, proyectar esta imagen a los demás y forjar relaciones más sinceras. Así podríamos encontrar mayor tranquilidad.